Vicky Cristina Barcelona

Miré el reló cuando se acabo la película y habían pasado cien minutos. y fué como si hubieran pasado ciento cincuenta. Conclusión, gané media hora de tiempo.

Despues de haber visto la del Oscar a Bardem iba predispuesto a hacer las paces por las buenas o por las mejores. Menos mal, la imagen del hijo de los Cohen se difumino por combustión espontánea. A ello contribuye que su voz no es la original y está doblada.

Suerte peor ha corrido Pé. La cruz de neurótica me perseguirá hasta la siguiente vez que la vea.

Me tocará ver algo de publicidad para el cambio de imágen. Igual en alguna valla.

Sigo añorando poder reirme en las peliculas de Woody Allen, ésta es de no reir. Pero nada que alegar. Tampoco es trascendente la película, superflua porque todo pasa como si nada. No hay tráumas o si los hay todo pasa como si nada, itero.

Dos chicas que pasan dos meses de verano en Barcelona y ninguna escena de playa. Le leía a Woody que su cerebro era su segundo organo favorito. Como a la mayoria de sus espectadores.

Una ridícula concesion a Pé en su inspiración de artista, pero no era cuestion de acercarse demasiado con tantos botes abiertos de pintura. Hiciste bien.

Lo peor de la película y con diferencia es el ridículo coche del protagonista. Si Juan Antonio Gozalo es bohemio no puede tener un carro tan snob.

Si vemos el titulo es la historia de un triángulo, pero no hay ningun triangulo. Si llegamos al final de la pelicula es la historia del veraneo de Vicky y Cristina en Barcelona, donde antes, durante y supongo que despues continúa la relacion Cruz-Bardem. Esta última no es ficticia. Anda que el Woody no tiene un pelo de tonto, a el le pasa lo mismo con las protagonistas de sus películas.

La música de Paco de Lucía y su magistral "Entre dos aguas" se cuelan en momentos decisivos de la misma, con gran acierto.

La concesion de algunos minutos a Oviedo tiene su lógica, allí tiene una estátua Allen, por cierto, lleva las gafas mal colocadas, y como tiene las manos en los bolsillos, no pude resistir la tentación